Alfabetización digital de la ciudadanía

Alfabetización digital de la ciudadanía

“La alfabetización debe representar la adquisición de las competencias intelectuales necesarias para interactuar tanto con la cultura existente como para recrearla de un modo crítico y emancipador”

Paulo Freire

Si al concepto de alfabetización le añadimos el adjetivo digital, nos encontramos con que adquirir una alfabetización digital se convierte en derecho y una necesidad de los ciudadanos de la sociedad actual.

La pandemia, no ha hecho más que evidenciar algo que ya veníamos notando en todos los ámbitos. El confinamiento ha servido como el gran experimento, como la antesala de pruebas para una sociedad futura donde la cultura digital se convierte en motora y mediadora de  todos los procesos sociales

Todos y cada uno de nosotros hemos experimentado un aprendizaje de superviencia para utilizar las herramientas digitales a nuestro interés y así poder cubrir las necesidades sociales, familiares y educativas que nos ha ido presentando el covid-19 y que antes no reparábamos en ellas.

Hemos tenido un momento de necesidad y lo hemos cubierto con dignidad y coraje.

Todos, en mayor o menor medida hemos sido héroes. 

Pero, pasada la euforia, los experimentos y el punto de inflexión donde todo funciona, comenzamos a percibir que el futuro que se avecina va a ser muy diferente al que hemos conocido y que el cambio hacia un modelo digital predominante, va a suponer un esfuerzo considerable. 

Y ahora, ¿Qué hacemos?

Nuestro cerebro se siente más cómodo en una situación anterior a la pandemia, y por todos los medios, tratará de volver a ella y olvidar la incomodidad que le ha ocasionado. Este es un mecanismo de protección pulido a través de siglos que no sólo ha funcionado individualmente, sino que también lo ha hecho como comunidad. 

Hemos caminado por zonas inexploradas y hemos aprendido muchas cosas: sobre nosotros mismos, sobre la tecnología, sobre la capacidad de trabajar en casa y luchar unidos por una causa. 

Aprendizajes muy valiosos que sería una pena quedaran en el olvido como una anécdota circunstancial.  Así que ha llegado el momento de decidir:

¿Intentamos volver a la normalidad anterior y buscamos la comodidad? o ¿Analizamos lo que ha pasado, buscamos anticiparnos a lo que viene y comenzamos a salir de nuestra zona de confort?

Nos guste o no, lo digital ha venido para quedarse y hemos experimentado en primera persona cómo puede ayudarnos. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de ser competentes y garantizar que las generaciones futuras accedan con garantías de éxito a momentos donde la tecnología será (es) protagonista. 

En esta línea, podemos seguir usando las herramientas que hemos descubierto de manera reactiva, o por el contrario, iniciar todo un proceso análisis y revisión que nos lleve a ser Ciudadanos Competentes Digitalmente y que las convirtamos en las mejores aliadas para el interés común. 

Al igual que en la Educación, no basta ya con tener dominio de competencias técnicas y tecnológicas (la educación necesita un cambio radical). No se trata de usar herramientas sin ton ni son , sino de contar con competencias digitales y unas soft skills, habilidades y actitudes que nos permitan afrontar con éxito los continuos cambios y retos que se nos plantean.

Ciudadano Digital

Tenemos mucho que aprender y hemos de ser conscientes de que lo experimentado hasta ahora no es ni mucho menos lo que se entiende por Teletrabajo. Queda mucho que definir y mucho que legislar al respecto, pero nosotros como individuos podemos ir adelantándonos y convertirnos en ciudadanos alfabetizados digitalmente.

Para ello debemos incidir en una serie de capacidades que, a mi juicio, son fundamentales: 

  1. Competencias tecnológicas. Es fundamental ser consciente de la importancia de la tecnología en todos los procesos y cómo usarla eficazmente. También tener capacidad para descubrir nuevas aplicaciones, así como creatividad para darle usos diferentes e innovadores que te ayuden a automatizar y digitalizar procesos.
  1. Gestión Eficaz del tiempo. Ya lo decía Azahara en la recomendación para los docentes. No se trata de trabajar más y más tiempo. Se trata de aprender a organizarnos, a establecer tiempos que nos permitan adaptarnos a un modelo nuevo de trabajo. Para ello, las metodologías ágiles son una herramienta muy útil como propone Daniel Porras. 
  2. Aprender del error. El error en nuestra cultura tiene un concepto muy peyorativo; pero el error es la herramienta más potente y directa que tiene el individuo para aprender. Una vez cometemos un error, en nuestro cerebro se activan canales y caminos neuronales que priorizan ese aprendizaje de la solución fijándose en nuestra memoria a largo plazo de una manera más consistente.
  3. Aprendizaje distribuido. En beneficio de todos, es fundamental que el aprendizaje se distribuya a todos los niveles. Si algo hemos aprendido es que como comunidad tenemos más fuerza que como individuo. Debemos hacer un esfuerzo por convertirnos en promotores y creadores de aprendizaje en todos los ámbitos: en el trabajo, en la comunidad de amigos, en el barrio. Entender la formación y la educación como comunidades de aprendizaje activas donde todos contribuyen a crear nodos de aprendizaje.
  4. Salir de la Zona de confort. Todo lo anterior no se consigue sin estar dispuestos a salir de nuestra zona de confianza y explorar nuevos horizontes y asumir nuevos retos. La proactividad es fundamental en estos tiempos, como decía Nuria, Educar en el yo puedo

Se está creando el ciudadano del futuro ¿Quieres formar parte?

Imagen de cabecera tomada de Unplash-Gilles Lambert.

3 comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *