La semana pasada, como cada tres años, se publicaron los resultados del famoso «informe PISA» ocupando numerosos titulares en los medios de comunicación. Un estudio, que en esta última edición, se llevó a cabo en 72 países y que evaluó a un total de 540.000 estudiantes.
Con esta sugerente rima he decidido titular esta entrada no especialmente por dudar de la rigurosidad de este informe, más bien por su interpretación y por el uso y abuso de sus resultados. Aunque este año en España hemos salido mejor parados y nos situamos en la media de la OCDE, la aparente desigualdad entre comunidades autónomas resulta preocupante. Pero, sin duda, lo mejor las interpretaciones:
#España rompe la brecha educativa y se sitúa, por primera vez en la historia, al nivel de los países más avanzados del mundo #PISA. MR
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) December 6, 2016
Informe Pisa: los alumnos de Andalucía llevan un curso escolar y medio de retraso respecto a los de Castilla y León https://t.co/Mo1zsnaRZX
— EL MUNDO (@elmundoes) December 6, 2016
Según tuits como estos, diré que soy español para que me tomes en serio. Aunque seguro que descubres que soy andaluz porque este post lleva una semana de retraso. 😉 (Hago chiste de ello para seguir avivando estereotipos, ya sabes, como aquí somos tan graciosos).
Pues sí, me parece de risa que se dé tanto bombo a los resultados de este informe por algunas de estas razones:
¿Qué es la OCDE?
Para aquel que esté despistado, aclararé que esta organización con tanto nombre y con otorgada legitimidad educativa se trata de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. ¡Ojo! que la «E» no es de «Educación», por si no te habías percatado. Sin embargo es la certificadora oficial de estos «Óscar educativos» y nadie duda de sus resultados, ¿verdad? Quizás sea porque estos 35 países fundadores ocupan el 70% del mercado mundial y representan el 80 % del PNB mundial. Razón de peso para legitimar cualquier estudio promovido por este «Club de los países rícos», como también se conoce a la OCDE.
¿Quién la tiene más larga?
Al final de todo lo que nos llega es precisamente esto: unos resultados en forma de ranking que solo sirven, bajo mi punto vista, para generalizar y emitir juicios sesgados que confunden y atacan al verdadero objetivo de mejora educativa por el que en teoría se llevan a cabo estas iniciativas. Eso sí, resultan perfectos para titulares ingeniosos, hirientes o difamatorios como los que recoge nuestro compañero Jordi en «Los mejores tuits sobre PISA 2015».
Fuente: Resultados del informe PISA. El País
¿De verdad sirve para evaluar la calidad de la educación?
Evidentemente NO. Pues claro que no. Podrá medir algunas competencias concretas de una manera más o menos eficaz, pero en ningún caso hablemos de EDUCACIÓN cuando ni siquiera rozamos una minúscula parte de ella. La educación engloba a todas las facetas de la persona y caer en reduccionismos baratos resulta un grave error.
Precisamente ahora que vuelve a estar tan de moda la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, no puedo evitar acordarme del auge de la psicometría de la primera mitad del siglo pasado. Tras el florecimiento de la escala de inteligencia Binet se impulsaron numerosos estudios demográficos comparativos, que haciendo un uso sesgado del famoso coeficiente intelectual, recayeron en resultados que fueron interpretados con fines xenófobos y dieron pie a políticas discriminatorias.
¿Singapur a la «cabeza»?
Según los resultados de este prestigioso informe, Singapur se sitúa a la cabeza de este ranking en las tres competencias evaluadas. Esta nación emergente se sitúa entre las más prósperas del continente asiático, con uno de los PIB per cápita más altos del mundo. En cuanto a su sistema educativo, sabemos que emplean el inglés como lengua de enseñanza y que poseen una educación obligatoria hasta los 12 años (curiosamente en este país PISA mide a estudiantes fuera de este rango de enseñanza obligatoria, ya sabes, 15-16).
¿Se puede hablar de calidad de la educación en estos términos?
Concluyendo
Todos estamos de acuerdo, aunque algunos no se quieran dar cuenta, que nuestro sistema educativo necesita una solidez política, una mayor inversión, que se tome más en serio a los profesionales, que se ofrezcan más oportunidades a nuestros estudiantes y que se les ilusione con un futuro prometedor. No necesitamos informe PISA para compararnos con otros o para descubrir todas nuestras carencias, necesitamos unión, acción y pensar en educación.