¿Organizas tus proyectos de formación e-Learning? ¿te apoyas en otros profesionales? o, ¿eres como Juan Palomo?
Muchos de nosotros somos pedagogos y la metodología de un proyecto educativo la tenemos grabada a fuego desde la Facultad, o al menos eso creemos: detecta las necesidades formativas, elabora una propuesta de acción e implementa. Este es el escenario ideal donde cualquier profesional dedicado a la formación gustaría trabajar; pero muchas veces la realidad es otra: un tercero ha “detectado” las necesidades y te toca diseñar, te sueltan un proyecto que funciona en modalidad presencial y tienes que “pasarlo” a modalidad e-learning… directamente te dan un proyecto imposible y del tipo “¡qué hago yo con esto!”… Es en este contexto donde solemos movernos y donde nuestras competencias y habilidades comienzan a tambalearse debido a unos factores que trataremos de analizar.
Antes de continuar decir que este post no va sólo dirigido a los pedagogos, sino a todos los profesionales involucrados. Y tampoco pretende abordar el diseño de una metodología de trabajo única y mejor frente a otras (hay muchas y depende de cada organización y profesional), sino que desde nuestra experiencia y con lo que nos ha funcionado, queremos mostraros una serie de consejos que nos han servido para afrontar con unas garantías mínimas de éxito los retos que han ido surgiendo en estas lides.
En primer lugar y muy destacado, la improvisación y la falta de tiempo son los dos factores que más influyen en el éxito o fracaso del programa. Así que la primera premisa para iniciar el proyecto es la del chiste…. ¡organización, organización!. Antes de comenzar debemos establecer una metodología de trabajo estructurada donde cada uno de los integrantes del equipo tiene su cometido y las tareas y productos están bien definidos.
En segundo lugar, tiene mucho que ver con la elección del equipo de trabajo. Los pedagogos solemos ser muy polivalentes (al menos así nos lo vendemos), pero a veces esa polivalencia nos lleva demasiado lejos y embarcamos en proyectos que pueden estar avocados al fracaso por cuestiones tecnológicas, o bien, simplemente resultan algo distinto de lo que habíamos previsto (o peor aún, a lo acordado con el cliente). Es muy importante que en las tareas que se definan se establezca qué parte del equipo va a participar y qué rol va a asumir. Pongamos un ejemplo en el que muchos de nosotros hemos podido vernos reflejados: un pedagogo puede manejarse bastante bien con el diseño y manejar herramientas complejas de diseño y programación pero seguramente diseñadores gráficos y programadores puedan crear un producto mucho más eficiente y con más garantías de éxito visto desde la óptica del diseño y edición. El uso de equipos multidisciplinares es necesario y genera productos muy contrastados, consensuados y de calidad.
Un tercer factor determinante es la planificación temporal del proyecto. Es muy común comenzar y tener que dejarlo, volver a retomar… o tener que atender urgentemente otras cosas. Esto es lo normal y puede ser positivo puesto que nos obliga a organizarnos y trabajar por objetivos y unidades lógicas de producción. Para que nuestro producto sea de calidad también el proceso de elaboración debe serlo. Alguien que trabaja con orden, cumpliendo plazos y entregando un producto serio y creíble tendrá más oportunidades de repetir que alguien que busca salir del paso y aprovechar un momento.
Por último, validar el producto. Muchas veces se hacen cursos como churros y van directamente a ser consumidos por el usuario final sin pasar por un período de test o prueba. A lo sumo, comprobamos que las soluciones tecnológicas implementadas funcionen correctamente, no se “cuelguen” los ordenadores y nos olvidamos de su efectividad pedagógica y didáctica. Si verdaderamente son herramientas y contenidos que sirven para lo que se crearon: para facilitar el aprendizaje de algo determinado. Resulta evidente que la validación técnica es necesaria pero la pedagógica también. Tenemos que establecer herramientas y procesos de validación en nuestros productos.
Evidentemente todo en el mercado tiene un coste y muchos de vosotros y vosotras estaréis pensando que muy bonito y muy caro, pero que la realidad es otra bien distinta. Puede ser, y en parte, ya la hemos puesto de manifiesto al comenzar el post, pero si realmente queremos que nuestro trabajo sea valorado tenemos que tener rerefentes, modelos de trabajo y criterios que debemos cumplir siempre. Quizás hace unos años, dar un churro donde la masa estaba cruda o le faltaba azúcar no era del todo determinante ya que había mucha gente con ansia de comer en ese momento, pero ahora la gente se piensa mucho si hacer un curso y no pagar por cualquier cosa. Primero: ha de servirles, segundo: debe estar bien diseñado y por último: debe estar bien ejecutado.
¿Incluiríais o quitaríais algún otro factor? ¿Cuál es tu metodología?
Algunos ejemplos de organización de proyectos e-Learning:
Gracias Marcelino,
Un excelente post en el cual me he visto reflejado sobre todo por lo del chiste ¡organización! 🙂
Un saludo!
Gracias Alfonso,
Muchas veces los estamos metidos en formación… somos como bomberos… vamos apagando fuegos, salvando situaciones… afrontando tareas imposibles…
Un saludo!
Estupenda reflexión compañero, por aportar algo; romper el circulo que cierra los conceptos, porque creo que el curso debe permanecer continuamente abierto a la revisión y mejora. Ese circulo virtuoso en el que los test no sólo sirven para arrancar el proyecto con garantías, sino que ademas ayudan a la continua mejora y actualización del mismo. Como yo lo veo ahora, un proyecto elearning evoluciona, crece, muta y se adapta a las novedades, cambios y mejoras que van apareciendo.
Por supuesto esto es casi el mundo de candy-candy, porque si como bien dices, ya es difícil testar el producto antes de echarlo a la calle a andar, imaginemos cuanto mas será ir acompañándolo de la mano durante el paseo… Pero bueno estamos reflexionando sobre lo que debería ser no? ;D
Gracias por el post y gracias a l@s ojulerners por estar ahí.
Hola Celu, gracias por tu reflexión.
Es muy interesante tu perspectiva sobre el producto en continuo cambio y nunca acabado. La revisión y actualización son dos aspectos que un formador debe dominar por partida doble: por un lado en su disciplina y por otro en la metodología y herramientas didácticas. Como dices es una evolución; perfeccionamiento del producto… me gusta 🙂
Un saludo!