Lo advierto, me voy a meter en un “fregao” que no tengo claro cómo saldrá. Es un pensamiento e inquietud a la que llevo dando vueltas hace bastante tiempo y que voy a intentar plasmar con ánimos de crear debate y reflexión.
Actualmente nos encontramos en un momento agitado por una corriente de cambio brutal y arrolladora. Todo lo que conocíamos: los sectores, las profesiones, las formas de relacionarnos, están afrontando procesos disruptivos de cambio en todas sus dimensiones. La ciencia, la tecnología, la capacidad de relacionarnos de forma global, el efecto mariposa, han contribuido a que se planteen cambios profundos en todos los sectores, segmentos sociales y disciplinas de conocimiento.
La cadencia de estos hitos cada vez más corta y más frecuente. Esto provoca que nuestras sociedades se sometan a un estrés continuo de cambio y adaptabilidad al que cada vez más individuos no son capaces de absorber provocándose brechas que son casi imposibles de salvar.
Esta nueva sociedad que emerge necesita de nuevos individuos que sepan adaptarse a esos cambios y que tengan perfiles polivalentes o multipotenciales como marcaba nuestra compañera Azahara en su último post.
Pero, ¿Está preparada la Educación para ese cambio?
Tomando un poco las ideas sobre modernidad líquida y Globalización de Zygmunt Bauman y resumiendo mucho, partimos del planteamiento que el mundo actual globalizado se rige y se gestiona por unas normas que no están sujetas a un proceso democrático de consenso ejercido por el total de los individuos afectados. (recomiendo esta entrevista a Bauman)
Este control democrático ejercido por los poderes legislativo y jurídico para velar por los derechos comunes sólo se encuentra en niveles más inferiores: Países o Estados. Esto provoca que surjan distorsiones entre la tendencia global y el interés de cada País o Localidad. Según la voluntad y capacidad que tengan para actuar les llevará a asumir o desestimar esas tendencias. Hasta aquí todo bien.
Pues tenemos varios problemas
El quid de la cuestión
Si extrapolamos el postulado de Bauman anterior a la Educación, hablaríamos de un sentimiento generalizado y global que comienza a cuestionar los contenidos impartidos, las formas y las metodologías de aprender y que zarandea todo el ecosistema educativo mundial.
Esta nueva ola de cambios promovida por gigantes económicos como Google, Amazon, Microsoft o Facebook, demandan cambios en educación que puedan dar respuesta a sus problemas en el futuro. Entre sus demandas están las de una educación que no genere obreros, ni profesionales, sino más bien individuos que sepan adaptarse y puedan surfear con éxito las olas que se generen en todo momento (véase educación líquida que nuestro compañero Daniel Porras escribió en INED21).
Al abordar el problema, nos encontramos que las herramientas democráticas de las que disponemos para actuar: Estados Locales y Leyes, tienen su particular visión sobre lo que piensan que debe ser el cambio educativo. Están los que piensan en que debemos seguir prestando atención al contenido más que a la forma; hay otros que rompen radicalmente e instauran un humanismo tecnológico, y esto provoca que las brechas entre países sean cada vez mayores y la capacidad educativa de algunos países (entre los que incluyo el nuestro) para con sus futuros ciudadanos se esté comprometiendo seriamente.
Gobiernos Locales y Países están legislando (o no) ante estos cambios con nuevas metodologías, cambios de currículums y fórmulas pedagógicas innovadoras. Algunas más acertadas y otras menos. Pero el caso es que,
La educación está a debate.
Hablar de Educación está de Moda
Es un tema que preocupa, y que se aborda desde muchas perspectivas y ámbitos antes impensables. ¿Un periodista hablando de educación? ¿Un economista?, ¿Mi vecino hablando del método Montessori? Incluso surgen programas televisivos como poder canijo que trivializan la labor docente.
¿Esto es bueno? Pues si se lo preguntas a los catedráticos, o profesores Universitarios de Ciencias de la Educación seguramente te dirán que no, que son ellos los que deben generar el debate y pensar y generar soluciones a los retos actuales.
El otro día, leía la entrada los pedagogos, en el blog de Fernando Trujillo. Habla de nosotros y de cómo hemos sido los Pedagogos, relegados en el debate educativo a zonas muertas o insignificantes, y sustituidos por otros profesionales más mediáticos o incluso por disciplinas que no son las que deben ocuparse de estos temas.
Para mi, este hecho tiene más de positivo que de negativo. Hoy las disciplinas de conocimiento no son estancas, todo está conectado y los conocimientos, metodologías y prácticas fluyen entre disciplinas con la inestimable ayuda de los hitos tecnológicos.
Y como dice Fernando, los Pedagogos deben estar ahí, ser los youtubers y los bloggers, pero también los asesores de los gobernantes que lideren los equipos multidisciplinares que aborden el cambio con un proceso de diseño sistematizado y fuera de sensacionalismos y modas pasajeras. Deben ser los que culminen un nuevo modelo global de aprendizaje que prepare a individuos para esta modernidad de cambio, para esta Modernidad Líquida.
Y eso ¿cómo se consigue? ¿Qué enfoque educativo es el que lo permite? ¿Qué es lo que debe cambiar? Intentaremos en otros posts dar nuestra visión.
Fuentes consultadas:
Zygmunt Bauman: modernidad líquida y fragilidad humana
Los Retos de la Educación en la Modernidad Líquida.
Imagen de portada: Pixabay
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