Ha sido todo un notición que aquí en nuestra tierra no ha sentado muy bien. Para nosotros, el jamón, el beicon, el chorizo, el salchichón y la morcilla son sagrados y los consumimos casi a diario. Pero, ¿es bueno comer sólo esto a diario? De momento ahí dejo la pregunta.
Al hilo de esto, me topé con un post bastante original que Ciberclick publicó sobre cómo poner el marketing online a dieta y decirle adiós a las carnes rojas del marketing. La relación me pareció perfecta y me puse a pensar, ¿y si hiciésemos esto mismo con el eLearning? ¿cuáles serían las carnes rojas del aprendizaje online?
En varias ocasiones hemos hablado de cómo el eLearning, la educación y todo el sistema educativo está cambiando; de cómo la tecnología ha sido el detonante de este cambio y ahora que hemos madurado digitalmente nos planteamos optimizar y hacer más eficiente el uso de esa tecnología.
Esto mismo ha pasado con el tema de las carnes rojas. Ahora gracias a la tecnología, conocemos mejor cómo interactúan los alimentos con nuestro cuerpo y cómo cambian sus propiedades según la técnica de cocción, de aliño o de procesado. Los avances tecnológicos en la industria alimentaria han permitido investigar más a fondo todo el proceso alimenticio y su relación con la salud. Y ahora, estamos modificando nuestros hábitos en base a esas investigaciones: comemos menos, más sano, equilibramos las dietas, etc.
¿Y si el eLearning tiene todavía demasiadas carnes rojas?
¿Podemos poner a dieta nuestros cursos y hacerlos más sanos y saludables?
Veamos cómo podemos reducir la cantidad de carnes rojas en nuestros cursos de eLearning:
Contenidos Originales
Aderezar lo justo
No pasarnos con el asado
Mezclar con cabeza
Piensa en el ComensalSon 5 propuestas que sirven para reducir los riesgos de toxicidad de nuestros cursos de eLearning. Seguro que a ti se te ocurren otras que ayuden a limpiar todavía más de toxinas los cursos de eLearning ¿te animas a compartirlos?
Os dejamos con una infografía resumen:

Muy bueno el post, ya se sabe… la casa se arruina por la cocina.
Muy cierto ese refrán Eugenio,
Muchas gracias!