¿Sirve la formación para mejorar en nuestro perfil profesional? ¿ se ha convertido en sólo un negocio vacío de experiencias y aprendizaje? ¿Es necesario dar un giro radical al concepto de formación?
La coyuntura en la que vivimos está situando a todos los sectores, uno por uno, en su particular encrucijada: la construcción, el sector inmobiliario, el financiero, el sanitario… y nuestro sector, el de la educación y la formación, no iba a ser menos. Al hilo del artículo que se publicó en el país ¿No estaba el futuro del empleo en la formación? y todo lo que se vive ahora con la reforma, me ha llevado a constatar que nos ha llegado el momento, que ahora le toca a la formación. Y como en cualquier encrucijada tenemos dos caminos: o nos volvemos y seguimos andando por lo conocido o, por el contrario, caminamos por nuevas sendas de cambio y reinvención.
La formación profesional para el empleo (la no reglada) contribuye a tener una sociedad más productiva y preparada para los cambios. La formación se ha convertido en un eje estratégico para la mejora y desarrollo de las personas dentro de la comunidad y aporta valor añadido a las empresas y al mercado laboral. Un capital humano formado es una de las mejores inversiones que una empresa puede hacer para garantizar la adaptabilidad al cambio y el inicio de nuevos retos. Una persona formada profesionalmente, con competencias clave adquiridas y desarrolladas, es más empleable, más autónoma y más preparada para los cambios.
la tecnología y la información están al alcance de todas las empresas, por lo que la única ventaja competitiva que puede diferenciar una empresa de otra es la capacidad que tienen las personas dentro de la organización de adaptarse al cambio
La Unión Europea, allá por el 2000, se propuso con la Estrategia de Lisboa convertirse en “la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social”. Para conseguirlo, la educación a lo largo de la vida (life long learning) era y es un pilar estratégico en el que apoyarse. Con el nuevo Tratado de Lisboa, vigente desde 2009, se constata y se amplía con conceptos de creatividad e innovación que dinamizan y fomentan el cambio. Sobre estos valores y principios hemos construido la formación que conocemos actualmente y todo lo que se mueve a su alrededor. Once años han dado para muchas iniciativas, para muchos cursos y para muchas personas formadas. Aunque, visto lo visto, parece ser que no ha sido suficiente: seguimos invirtiendo poco en formación, se prescinde de ella en las empresas, muy pocas personas han conseguido mejorar con ella, se cree que todo es un “chiringuito” al amparo de subvenciones públicas… y un largo etcétera de argumentos en su contra.
Además, podemos tomar la mala prensa que envuelve hoy día a la formación para trabajadores y empresas, como un termómetro que nos indica que algo debe cambiar y que existe un gran desconocimiento de qué y cómo se desarrolla esa formación.
Pero a lo anterior, sumaremos también una dósis de autocrítica y diremos que, los que nos dedicamos a la formación profesional para el empleo, necesitamos hacer una profunda reflexión, sobre lo que ha sido y es nuestra práctica y cómo la entendemos. Esto contribuirá a mejorar la visión que se tiene y conseguiremos poder trasladar a las empresas la importancia de tener capital humano competente y formado y hacer ver a los trabajadores que la formación supone una oportunidad real de cambio y una mejora en todas las dimensiones (social, profesional, personal…).
La gran mayoría de las personas que conozco y que se dedican ésto son profesionales con experiencia, ganas e ideas. Trabajamos en un sistema muy cerrado en el que plazos, requerimientos y documentación ha sido el universo predominante. Dimensiones como eficacia, calidad, integración y flexibilidad han quedado relegadas a un segundo orden trabajándose general y desinteresadamente por formadores, técnicos y gestores, desde fuera del sistema para poder garantizar su presencia.
Por consiguiente, creo que es momento de gritar: ¡Larga vida a la formación! Que… debe seguir existiendo como pilar básico del aprendizaje permanente y herramienta transformadora. El cómo hagamos esa formación es lo que tenemos que revisar. Ahora, es un momento crucial y tenemos que ir todos a una. Debemos de ser artífices y protagonistas de esta revisión y apostar por una formación renovada y adecuada a lo que se demanda; contar al mundo que es necesaria y vital para crear una sociedad competitiva y duradera. Y el primer paso es nuestro reciclaje. Desaprender, reflexionar y aplicarnos las mismas medicinas que promulgamos con las nuevas corrientes y paradigmas educativos.
Como profesional con más de diez años de experiencia siempre he estado formándome. Ahora, me estoy reciclando. Nunca es tarde, llevo más de un año intentando enterarme de qué es lo que está pasando, por dónde van las corrientes, analizando mi labor, qué aspectos debo cambiar, mejorar… Supongo que estoy inmerso en mi propio PLE y eso está afectando a mi perfil y a mi trabajo diario. Veo que no sólo se trata de la adquisición puntual de nuevas competencias o el aprendizaje de nuevas herramientas, sino más bien, estoy experimentando esa revisión profunda de la que hablábamos sobre la actualidad de mis conocimientos profesionales, de la práctica y desempeño diario, del papel que juegan las relaciones interprofesionales,… en definitiva, una actitud ante el cambio.
Esta actitud, me está llevando a ver este momento de crisis como una oportunidad, una renovación y reinvención más que un ocaso anunciado del sistema. Como decía antes, hemos caminado mucho. Quedémonos con lo bueno, incorporemos lo actual y seamos profesionales comprometidos con nuestra labor.
Propuestas como las de OjúLearning llegan frescas y con grandes dosis de reflexión sobre la práctica diaria de todo este universo que a buen seguro contribuyen activamente a la mejora pretendida . Es un espacio donde confluyen gran cantidad de profesionales de muy diversos perfiles y con mucho que aportar. Este es mi día de estreno, mi primer post y no quiero dejarlo pasar y agradecer al equipo Ojú la oportunidad que me han dado de ser partícipe activamente con ellos. Mi perfil, se mueve por la Formación para el Empleo, entornos virtuales y de realidad aumentada aplicados a la formación, elearning… Son temas que me apasionan y con ellos intentaré aportar reflexión y debate a esta comunidad.
Ahora, soy un ajo más ;-P
Un primer y buenísimo post! Muy necesaria tu reflexión en los tiempos que corren… Me quedo o resalto este párrafo:
«Ahora, me estoy reciclando. Nunca es tarde, llevo más de un año intentando enterarme de qué es lo que está pasando, por dónde van las corrientes, analizando mi labor, qué aspectos debo cambiar, mejorar… Supongo que estoy inmerso en mi propio PLE y eso está afectando a mi perfil y a mi trabajo diario. Veo que no sólo se trata de la adquisición puntual de nuevas competencias o el aprendizaje de nuevas herramientas, sino más bien, estoy experimentando esa revisión profunda de la que hablábamos sobre la actualidad de mis conocimientos profesionales, de la práctica y desempeño diario, del papel que juegan las relaciones interprofesionales,… en definitiva, una actitud ante el cambio»
Los que nos dedicamos a la formación, de una u otra forma, debemos ser conscientes de que estos tiempos de crisis nos brindan una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos, nuestras competencias y habilidades para ofrecer la formación que hace falta en este momento. Pero como bien dices Marcelino, es una parada obligada hacer una introspección y analizarnos para adaptarnos al cambio y reciclarnos al unísono.
Muy buen post de apertura! 😉
Poco que añadir salvo comentar que cada vez estos ajos tienen la cabeza mas grande o con mas dientes!! jjeje animo chicas y chicos, sois un@s cracks!!
Lo primero que hay que jubilar es el propio concepto de formación, enseñanza, aprendizaje, learning o lo que sea. Si damos larga vida a la formación no estaremos más que dando vueltas alrededor de los mismos errores. No existe nada en la realidad que responda a todos esos nombres, sino entrenamiento.
Cambiando el concepto raíz, cambiando los cimientos, se puede llegar a entender qué y cómo hacer sistemas que mejoren las habilidades de las personas, así pues, te invito a ir más allá y pensar acerca de ello. El futuro es del entrenamiento.
Saludos cordiales
@rabiesan
Luis, el cambio siempre es interesante, trae elementos distorsionadores que pueden aportar mucho más de lo que ya tenemos. Creo que la base de un buen trabajo pasa por ser un buen profesional y, como tal, debemos analizar todos los días cómo desempeñamos nuestra labor y cuestionarla para que no se convierta en monotonía.
Celu, gracias por tu apoyo incondicional 😉
Santiago, me ha parecido bastante interesante y radical el concepto que planteas y, como apuntas en tu blog, entrenamiento neuronal… ya comentaba algo de esto Dolors Reig http://www.dreig.eu/caparazon/2012/04/03/neuroaprendizaje-pistas/ ;ir llenando clústeres neuronales de información o aprendizajes completos. Bueno, yo seré más romántico en esto de la formación y el aprendizaje y creo que significa algo más: educar, sociabilizar, interactuar, desaprender, controlar uno mismo lo que aprende… No obstante, ya te digo que me resulta interesante e indagaré. Siempre he abordado el entrenamiento, dentro de un proceso formativo y no como el proceso en sí completo y cerrado.
Saludos,
@emarcenet
Vamos a ver… ¡pero de qué habláis! La formación, sea cual sea, es algo trivial y cotidiano. Se da desde pequeñito y poco a poco «decrece». En dos años se logra aprender a caminar, a hablar, a relacionarse… se empieza a hablar un segundo idioma, se aprende a nadar, poco después se aprende a montar en bicicleta… hasta los 10 años se pueden lograr aprendizajes que posteriormente podríamos lograr con sufrimiento.
¿Qué queréis? ¿que se aprenda igual con 40 años que con 2 años? No seáis ingenuos… El aprendizaje duele sea como sea el canal… y duele más a medida que envejecemos. Nos resistimos al cambio como nada o nadie se resiste a otra cosa.
Dicho esto, que haya un grupo selecto de personas que quieran formarse y deseen formarse «durante toda la vida» no debe ser tenido en cuenta para que sólo les tengamos en cuenta a ellos. Estas personas aprenderán de las piedras (no hace falta prepararles nada). Marcelino, no te creas que todo el mundo tiene tus motivaciones, porque es seguro que no es así.
Y ahora, simplemente, pensad qué necesidades formativas hay que cubrir en qué lugar y proponed una acción formativa. La formación no debería ser tan compleja como la pintáis!!!
Hola David,
Coincido contigo hay aprendizajes dolorosos, pero creo que se dan cuando la persona que realiza el curso no “se entera” para qué sirve y, ni siquiera sabe por qué está en él. Creo que más fácil que estos dolores aparezcan cuando somos más peques y que estén menos acentuados cuando la persona sea mayor y quiera formarse en algo específico.
Por otro lado, creo que el reciclaje es importante para mantenernos en el mercado laboral. Hoy día los perfiles van evolucionando y hay una necesidad de renovación, cambio que nos obliga a utilizar canales y herramientas como la formación para poder seguir estando ahí. Por eso, decía en el post que es necesario que nosotros, los que nos dedicamos a esto, sepamos transmitir la importancia de la formación y lo importante que puede llegar a ser para cambiar una situación concreta. Saber transmitir que tras un proceso de análisis de situación, detección de necesidades, intereses de los implicados y posterior diseño de la acción, funciona.
Por eso, creo hay parte de la formación que debe pensarse, adecuarse a unos estándares y crear un catálogo inicial (supongamos el catálogo nacional de las cualificaciones profesionales) que de cobertura a la mayoría de los sectores y perfiles; esta sería la más formal y, una vez sentadas las bases, tendría que haber otra formación más “visceral”, más agresiva, que no se encerrase sólo en un catálogo. Una formación que partiese de esas necesidades puntuales detectadas en el momento y terminase con un diseño a medida de una acción formativa.
un saludo!
Bueno, yo creo que todos hablamos de lo mismo, aunque cada uno lo enfoca a su manera.
Estoy con Santiago en su concepción de aprendizaje como «entrenamiento», aunque creo que encaja mejor el término «training» en terreno anglosajón. También me quedo con la visión romántica de Marcelino de educación, crecimiento,… Y por supuesto con el enfoque realista y pragmático de David. Es cierto que con la edad nos resistimos al cambio, pero no creo que nuestra habilidad de aprender mengüe. Más bien, diría que evoluciona, sobre todo si has ido construyendo unas herramientas de autodesarrollo que así te lo permitan.
Creo que no aprendemos con la misma intensidad que cuando jóvenes, pero si estoy seguro de lo que perdemos en cantidad lo ganamos en calidad. Claro que cada vez nos cuesta aprender cosas nuevas, pero tenemos una facilidad tremenda para actualizarnos y perfeccionarnos si nos lo proponemos, ¿no creéis?
Al hablar de formación continua o permanente, a mi gusta aplicar el simil informático de las apps que una vez instaladas no paran de actualizarse. Realmente cada uno de nosotros nos encargamos de activar ese sistema de «actualización automática» cuando nos preparamos nuestro propio entorno de aprendizaje personalizado. Ciertamente, cada día creo más en esta concepción de «updating»
personal por encima de una formación tradicional basada en cursos genéricos.
Quizás más que dotar de contenidos, nuestra función ahora debería encaminarse a dotar de herramientas para que los profesionales aprendan autonomamente ¿Os gusta la idea de facilitador?
Me gusta la idea de facilitador. Es una tarea que conlleva tener muchas más competencias que las puramente técnicas y teóricas de la disciplina que quieres impartir. Me ha gustado mucho tu símil con las app´s. Con cada actualización, updating, vamos incorporando nuevas funciones, competencias y elementos que mejorarán nuestra experiencia con quienes utilizan nuestros servicios… Genial Dani
Buena aportación Dani, me gusta mucho la idea de facilitador, y el ejemplo de las apps, ciertamente con la edad aprendes a otro ritmo pero con más calidad, abosorviendo conocimentos con un filtro y reteniendo lo realmente imporatne. Cuando eres más joven lo absorves todo…tanto que apenas recuerdas información y aplicas la cuarta parte de la mitad de lo aprendido. Con la experiencia y la edad somos más una app de móvil (:-)dani porras) que actualizamos pequeñas partes cruciales para el buen funcionamiento de la misma que permitan estar o intentar estar acorde a las necesidades.
Facilitador-Updating…Interesante 😉
Saludos!
En primer lugar debo decir que estoy encantada de haber descubierto que otros profesionales comparten mi misma inquietud: la de la necesidad de una autocrítica en relación a la formación.
Y en cuanto al debate de si formación o entrenamiento o X, y si duele no duele el aprender, y qué deberíamos hacer, opino, en primer lugar, que, más allá de los términos hablamos del concepto en sí mismo de la formación. Para mí, la formación (emplearé, al menos de momento este término) debe ir más allá de las teorías; yo aborrezco a y huyo de lo que denomino los «burros sabios», que se saben la teoría de todo pero cuando les preguntas por los por qués y las implicaciones de esa teoría se quedan como las vacas mirando al tren. Creo que la formación debe fomentar el análisis, la reflexión, la búsqueda de las causas de las cosas y la detección de las implicaciones. Con esto, no tenderíamos tanto hacia la acumulación de conocimientos como hacia el verdadero desarrollo tanto profesional como personal, y fomentaríamos el aprender a aprender, pues capacitaríamos a la gente para analizar cada situación que vive, cada información que recibe, y para extraer aprendizajes de todo ello. En esta línea, sí, es posible que tuviéramos que hablar de entrenamiento y de facilitadores, más que de formación y de formadores.
En segundo lugar, me parece (por mi experiencia personal y por la de mis alumnos) que aprender duele cuando ya has pasado una determinada edad, pero que (y relacionándolo con lo anterior), duele porque te obliga a desarrollar una práctica que ya no te es habitual ni útil: memorizar. En la vida adulta aprendemos y avanzamos por análisis, reflexión, e incluso experimentación, aunque se trate de ensayo-error, y en el ámbito formativo, salvo muy contados sectores, esto se olvida.
Finalmente, y no sé si se trata de la clave, pero por lo menos a mí y a mis alumnos nos funciona, creo que los formadores/facilitadores deberíamos cuestionarnos ante todo lo que hacemos (tanto preparar los cursos como en cada sesión que damos) si estamos simplemente impartiendo un curso o aportando realmente algo a la formación y a nuestros alumnos.
Lacasta, como ves somos muchos los que estamos en este punto de reflexión y autocrítica. Creo que esta actitud es bastante más común de lo que nos creemos. Al final todos somos profesionales o intentamos serlo, y en ello nos va analizar nuestra práctica para mejorarla.
Resulta interesante que hayas tocado el tema del aprendizaje significativo y el aprender a aprender significativamente de las experiencias diarias. Creo que las personas que nos dedicamos a la formación, tenemos mucho de eso. La educación de adultos nos brinda la posibilidad de interactuar en el aprendizaje mucho más activa y críticamtene que en situaciones más regladas. Yo, como comenté a Luis, veo el entrenamiento como parte del aprendizaje. Hay cosas que requieren repetición y memoria, pero es una parte para alcanzar un todo que ha sido planificado, que tiene unos objetivos, que se lleva a cabo con una metodología y que hace partícipes en el proceso a todos los actores de forma activa…
Pero la clave, como bien dices, es cuestionarse lo que hace uno como profesional, será la única forma de avanzar y mejorar.