LLegué, vi y aprendí

LLegué, vi y aprendí

Así podríamos resumir una experiencia de aprendizaje efectiva y satisfactoria. ¿No?

Sin embargo, en educación, aunque muchos se empeñen, no concebimos ese “llegar y pegar”. Todo lo contrario, nos gusta pensar en el origen y en el transcurso, precisamente porque la esencia de nuestra evolución se basa en un proceso continuo de mejora. Lo aprendido nunca es un resultado final, es simplemente el anticipo de lo que queda por aprender. 

Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero en aprender.René Descartes

De hecho, curiosamente ya no es necesario ni siquiera«llegar»(veni) para «ver» (vidi) y «vencer» (vici) pues podemos hacerlo tranquilos y tirados en la tumbona mientras tomamos el sol en nuestra piscina 😉

Porque… ¿Cómo estamos programados?

Somos seres que aprenden irremediablemente de su interacción con otros y con el medio. El aprendizaje suele fluir naturalmente como herramienta que asegura nuestro desarrollo y perfeccionamiento tanto individual como colectivo. Este logro surge de un mejoramiento cognitivo, a través de nuevos conocimientos y habilidades, y toda superación se logra en la búsqueda de mejores propósitos.

Pero… ¿Qué ocurre cuando se fuerza el aprendizaje?

Cuando perdemos esa frescura de aprender con ilusión, cuando olvidamos la satisfacción de aprender o cuando este se convierte en obligación. ¿Qué ocurre?

Pues todo hace indicar que ese «aprendizaje» pierde efectividad 🙁

La creencia popular lleva a pensar que este momento llega con el paso de los años, pero más bien es al revés, perder la ilusión por aprender hace que nos anclemos en el pasado y que nos cueste adaptarnos al presente.

aprender sin edad

La opinión de la Coruña

Entonces… ¿Cuál es la verdadera esencia del aprendizaje?

Quizás sea el “aprender sin más”: por gusto, porque te apetece, por curiosidad, por entretenimiento, por placer o por el mero hecho de interactuar. 

Aprende sin más

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Por tanto, el análisis  de qué nos lleva a aprender y de qué manera lo hacemos, puede ayudarnos a descubrir aquellos indicadores que activan este impulso natural.

Si no es por una de estas razones quizás nos empeñamos en “enseñar sin sentido”, cuando deberíamos estar despertando intereses y sembrando ilusiones. ¿No crees?


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