Actualizarse o no, esa es la cuestión

Actualizarse o no, esa es la cuestión

Como estamos de jueves y además muchos de nosotros en Feria de Abril… al calor del sol primaveral y acompañado de un refrigerio de propiedades estimulantes, las reflexiones brotan entre compañeros, colegas profesionales y algún otro que se “pega” para avivar posturas al más puro estilo fanboy.

En esta ocasión más que un post, quiero plantear un debate parecido al que lleva tiempo produciéndose entre Android y Apple pero con herramientas de nuestro sector y tomando como  base varios criterios que, a mi parecer, están convirtiéndose en elementos determinantes a la hora de elegir un LMS.

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Voy a centrarme en las dos plataformas que más conozco, Moodle y Blackboard, utilizando dos criterios: el de frecuencia de versiones y el económico. Vaya por delante que esta reflexión sólo lleva la intención de situar los criterios propuestos y observar qué consecuencias producen en los productos. Esto no es una comparación ni ranking entre plataformas.

Hace varios días asistíamos al Elearnia en Sevilla. Allí tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano que Blackboard se actualiza a una nueva versión y da un giro a nivel de diseño y funcionalidad muy importante. Blackboard pasará a tener una interfaz moderna y adaptada en breve, después de que en 2013 hiciese su última gran actualización.

Moodle, desde que pasó a la versión 2.0. y concretamente a la 2.4 a finales de diciembre de 2012, las nuevas se han sucedido constantemente y ya está casi en la estable 2.9 que será liberada en mayo (historial de versiones moodle). Unas han tenido mayor acierto y otras menos, el aspecto ha cambiado poco pero ha ganado en funcionalidades y adaptación a las nuevas tecnologías web.

Esquema versiones y actualizaciones de moodle

Tanto Blackboard (con los service pack) y Moodle (con las actualizaciones menores) lanzan entre versiones correcciones, implementaciones y funcionalidades menores que van ayudando a mejorar la versión existente. En el caso de Blackboard, esos services pack son recomendados y por el tipo de plataforma y servicio técnico que ofrecen, todos sus clientes terminan instalándolo y al final tenemos una homogeneidad de versiones y actualizaciones entre sus clientes. En Moodle al ser software libre, la versión se libera y es el usuario quien debe preocuparse de actualizar.

Vemos aquí dos políticas de actualizaciones muy distintas y necesariamente marcadas por el tipo de software que es (libre o propietario). Algo parecido sucede con los smartphones, el sistema Android que, aunque no es completamente software libre, existen muchas ROMs creadas por la comunidad o marcas de móvil que desarrollan el sistema operativo. la actualización a versiones más nuevas depende mucho de la voluntad de la marca o del propio usuario si elige una ROM cocinada. Y si embargo en IOS, las actualizaciones están más controladas y dirigidas por la propia Apple.

Las Ventajas de actualizarse
  • Desarrollo y maduración del producto.
  • Implementaciones de nuevas funcionalidades
  • Adaptación rápida a las tendencias de mercado.
  • Correcciones de errores detectados.
Las Desventajas de actualizarse
  • Modificación del producto que el usuario adquirió
  • Posibles nuevos costes en el caso de  haber pagado la versión anterior
  • Riesgo de que algo deje de funcionar o se vuelva inestable.
  • Intervención y molestia del cliente en la actualización del producto (esto en moodle hasta hace poco era una tarea tediosa)

Está claro que el software desarrollado por la comunidad de usuarios son más proclives a nuevas revisiones y actualizaciones frente a otro de carácter privado que necesita de un equipo de profesionales que lo desarrollen. Y ahora las preguntas para reflexionar,

Reflexión 1
¿Es bueno utilizar moodle como herramienta que ofrecemos a una empresa como producto de venta con esa política de frecuentes actualizaciones corriendo el riesgo que quede desactualizada? ¿Está a la altura de un producto profesional?

Por contra, un software privado, ¿pone en desventaja a la empresa que lo posea a la hora de estar actualizada con las tendencias en la web, como por ejemplo, el diseño Responsive que necesita de una «reprogramación» completa de la interfaz? ¿Es capaz de integrar nuevas funcionalidades rápidamente?

Plataformas como Moodle podemos decir que sufren también “fragmentación” al igual que ocurre con Android. Esto provoca que muchos usuarios estén utilizando muchas versiones distintas de Moodle y genera incompatibilidades con algunas tareas, módulos o copias de cursos que llegan incluso a no funcionar según la versión. Blackboard se parece en este sentido más a IOS, una versión es la que está distribuida y que se mantiene durante un  tiempo determinado, por lo que todos los usuarios manejan la misma versión.

Veamos el criterio económico, vuelve a pasar un tanto parecido al ecosistema Android y Apple. El sistema más actualizado, el más “tuneado” por versiones personalizadas suele ser mucho más económico incluso cuando existen versiones de pago (moodleroms, totara). Sin embargo, soluciones de software privado como Blackboard tienen un coste mucho más elevado y que se escapa de clientes más pequeños económicamente hablando. Evidentemente el soporte y ayuda que lleva un software privado (normalmente va incluido en el precio) no es el mismo que otro de software libre. No hablo de mejor ni peor, sino de un trato más individualizado y directo en el caso del privado y más autosuficiente y de comunidad en el software libre. Y ahora la reflexión,

Reflexión 2
Ahora que los cambios y aparición de nuevas tecnologías son vertiginosos, y desde una perspectiva de inversión: ¿Es ventajoso tener una solución de LMS de pago (Blackboard, Moodlerooms, Totara) y que el ritmo de ajuste a las tendencias de mercado lo vayan marcando ellos ?

O por el contrario ¿es más ventajoso tener una solución sin coste y arriesgar a  que las actualizaciones puedan ser de utilidad o un problema para la plataforma que has instalado a un cliente?

En fin, todo es el mismo debate de siempre: libre o privado. Quizás sea muy profundo para afrontarlo con rebujito en el Real de la Feria, pero toda conversación no tiene porqué ser fútbol  ¿verdad? ¡Hay gente pa tó!

 

5 comentarios

  1. Hola Marcelino,

    Gracias por tu artículo. Me permito unos comentarios, esperando generar algo de conversación en este espacio.

    Soy líder del proyecto de plataforma LMS libre Chamilo y mi empresa es proveedora de más de 200 clientes de sistemas e-learning a nivel mundial, por lo que mi opinión está claramente enterada de los aspectos claves de libre vs no-libre y actualización vs no-actualización.

    Por lo general, tengo que admitir que me sorprende un poco que, «con 10 años dedicados a dar soluciones a través de la formación a empresas y trabajadores», presentes estas dos «modalidades» de contratación sin siquiera considerar la tercera y que probablemente afecta mucho más gente: la contratación de proveedores oficiales de soporte sobre plataformas libres.
    Creo que hay pocas instituciones que tienen los recursos para contratar a una plataforma Blackboard, y pocas instituciones con técnicos disponibles para mantener una plataforma libre como se debe.

    Considerando esta tercera modalidad, ya no es tan cierta la afirmación «En Moodle al ser software libre, la versión se libera y es el usuario quien debe preocuparse de actualizar.», o por lo menos el contrario no es cierto.

    Al final, con Blackboard, también es el usuario quien debe «preocuparse» (en decidir cuando hacerla y si hacerla o no, dependiendo de sus términos de contrato), pero es el equipo de Blackboard que lo ejecuta. De la misma manera, con proveedores de servicios sobre las plataformas libres, el usuario simplemente decide cuando quiera una actualización y es el proveedor que la ejecuta.

    Se podría argumentar que con un proveedor oficial no necesariamente son los que desarrollan el software, y por lo tanto puede que no conozcan tan bien la solución, pero dudo que sean los mismos desarrolladores de Blackboard quienes apliquen las actualizaciones de software.

    Con la tercera modalidad, las dos últimas «desventajas de actualizarse» desaparecen:
    * Riesgo de que algo deje de funcionar o se vuelva inestable -> eso está cubierto por un contrato de soporte con el proveedor
    * Intervención y molestia del cliente en la actualización del producto (esto en moodle hasta hace poco era una tarea tediosa) -> eso está cubierto por el servicio de actualización del proveedor

    A la Reflexión 1, que pregunta si un producto de software libre «¿Está a la altura de un producto profesional?», creo que habría que preguntar esto a la Open University o a la UOC, que ambas usan el software con cientos de miles de alumnos…

    También uno puede preguntarse lo que significa un «producto profesional», porque si buscas un poco en los resultados de Google, encontrarás una buena cantidad de reportes de molestias acerca de los productos de Blackboard (por los usuarios finales, claro, porque con su costo los que compran el servicio se avergonzarían de admitir que no es de un nivel profesional)..

    Sobre la «fragmentación», me parece que no tomas en cuenta de que si no deseas «actualizarte» con Blackboard, pues Blackboard te abandona y tienes que pasarte a otra solución. Así occurió también con WebCT y Angel, plataformas de las cuales las empresas dueñas fueron compradas por Blackboard, y para las cuales Blackboard obligó sus usuarios a pasarse a una solución de Blackboard (con mayor costo) o quedar «desactualizados» con su versión de la plataforma anterior (la cual tiene que actualizarse después de un rato porque las tecnologías de las cuales dependen desaparecen progresivamente).

    Así es como concluyo:
    * no hay elección, hay que actualizarse (aunque esto pueda demorar mucho), que sea libre o no la plataforma
    * en mi opinión (y la de nuestros clientes) los proveedores oficiales de servicios sobre plataformas de software libre combinan las ventajas de ambos casos presentados en tu artículo, sin sus desventajas

    Nuevamente, gracias por haberlo escrito y permitir el debate.

  2. Marcelino Martel dice:

    Hola Yannick,

    Antes de nada, nos alegra enormemente que nos sigas leyendo y que tus aportaciones sean tan interesantes y jugosa como la que acabas de hacer. Me parece una aportación muy profesional y bastante acertada que paso a comentar,

    EL hecho de elegir Moodle y Blackboard es sólo tomar dos nombres que aquí en España suenan bastante. Es cierto que he dejado a un lado a los compañeros de Sudamérica, mea culpa y tendré que mejorar eso en las redacciones.

    No obstante, como decía en el propio post, era poner nombre a dos soluciones para debatir el eje central que era la actualización.

    Sobre las «soluciones profesionales» en parte llevas razón. Pero muchas empresas, conocen el software libre por otras soluciones (facturación, paquete ofimático, cloud) y sus experiencias han sido muy diversas, desde los defensores incondicionales hasta los que han terminado desinstalando y poniendo una de pago por el tema soporte. Así cuando le hablas de Moodle o Chamilo, si que muchos se echan a temblar.

    En el caso de la fragmentación, no coincido contigo ya que lo planteé desde la perspectiva de tener muchas versiones de un mismo producto en el mercado y la dificultad que eso conlleva para interactuar con elementos entre ellos. Esto quizás a quién hace un flaco favor de cara al usuario final es a las plataformas de software libre, ya que una experiencia en una bien montada, trabajada y con buen soporte no tiene nada que ver en otra donde se instaló y se echó a correr sin más.

    Claramente si somos entidades que proveemos plataformas, servir moodle, chamilo, caroline o sakai supone un valor añadido que conjuga las ventajas de trabajar con software libre (económicas de desarrollo, soporte, mejoras..) y de un soporte que permita sacarle el mayor jugo a ese software con las mejores garantías.

    Muchas gracias por tus aportaciones,

  3. Gracias nuevamente Marcelino,

    Me parece muy bien que haya usado Blackboard y Moodle como referencia para España. La mención a América Latina en realidad no era necesaria. Decenas (sino cientos) de miles de personas usan Chamilo en España, y otros millones en Asia, Europa, Africa y Norte America. O sea no es una soluciób que se esté limitando en América Latina como podría parecer para un hispano-hablante, por si a caso lo pensabas (no me quedó claro).

    Sobre la fragmentación, que ahora queda siendo nuestro único punto de desacuerdo, creo que la imagen romántica del software privativo no fragmentado (por no existir muchas versiones existentes a la vez) sobrevive solo por quedar un vacío en el seguimiento de sistemas privativos. En la práctica, si un cliente decide cesar el contrato con un proveedor, *tiene* que esconder su uso del sistema porque su uso ya no es legal (por términos del contrato), y muchas veces se sigue usando un tiempo hasta no encontrar una solución.

    En este momento se genera una fragmentación que no es medible pero es real y no es menor (en proporción con las versiones actualizadas) en comparación con el contexto del software libre.

    Por lo tanto, creo que seguiremos en desacuerdo, pero vaya… no pasa nada, hasta que se pueda demostrar, quedaremos con nuestras experiencias personales.

    Gracias nuevamente por compartir.

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